... es el uso de ese tiempo, como y en que lo invierto, las ganas, la voluntad, el propósito, los silencios, la reflexión, la responsabilidad, las palabras que habitan ese tiempo y espacio, lo que nombro, lo que callo, lo que acojo, lo que suelto, la intención, el lugar que me doy, el lugar que le doy, la valentía... el CORAZÓN DISPUESTO
¡Es tan fácil caer en la creencia popular de que "el tiempo lo cura todo"...! sin cuestionarla, asumiendo que eso es así para seguir navegando a la deriva, tropezar en la misma piedra una y otra vez e ir perdiendo nuestro poder de transformar nuestro presente y nuestro futuro.
Llevo tiempo en este laboratorio personal de enterrar esta creencia que tanto nos quita. Desde la experiencia vivida en primera persona puedo decir que para nada mis heridas las ha curado el tiempo.
Mis heridas se han curado porque me he "arremangado" y responsabilizado. Les he hablado, preguntado y escuchado, las he acogido y sentido célula a célula, lágrima a lágrima. Les he dado el silencio que calma y la expresión que libera. Las he cuidado, acunado y honrado. Y el tiempo ha sido la "vasija" que ha contenido el proceso, un ingrediente indispensable pero no el hacedor de la "cura".
Lo que verdaderamente ha sanado cada una de mis heridas ha sido el Amor de mi corazón dispuesto a sanar, capaz de abrazar cada instante para regenerarse y volver a renacer como Ave Fénix.
Esto es necesario para soltar amarras, no repetir historias, cerrar ciclos insanos y pasar página con el cuerpo, la mente y el corazón más livianos, más claros, más sabios.
Sanar la herida nos da la oportunidad de coger una hoja en blanco donde volver a escribir, dibujar, colorear... un nuevo comienzo.